Ayudar a los más pobres

Hay dos experimentos en relación a la pobreza que nos pueden hacer reflexionar: la metáfora del niño del estanque y el recién nacido que con los ojos tapados señala un punto en la bola del mundo. El primero de ellos, nos lleva a imaginar que mientras caminamos con unos zapatos recién estrenados, vemos que un niño pequeño se está ahogando en un estanque. El dilema nos plantea lo siguiente: Si decides salvar al niño tus zapatos se estropearán ¿Qué harías? Probablemente salvarlo y perder el dinero de tus zapatos nuevos. Y aquí es donde se pregunta el filósofo Peter Singer… si sabemos que hay niños pobres que mueren todos los días … ¿Por qué no hacemos nada al respecto?; él segundo ejercicio nos sugiere otra disyuntiva. Suponte en la tesitura que al nacer te vieras en la obligación de señalar un punto al azar en la bola del mundo, de modo que esa elección determinaría tu país de partida. Si lo piensas, lo más probable es que no tuvieras la suerte de vivir en un país como España.

Si observamos el gráfico del libro Factfulness de arriba, rápidamente caeremos en la cuenta de que hay 4 diferentes niveles según la esperanza de vida y riqueza de cada país. España, de momento, se sitúa en el escalafón más alto, sin embargo, la realidad en otros lugares del mundo, como Sierra Leona o La República del Congo es más bien diferente. En esos países, hay problemas graves que son fácilmente evitables como la mortalidad infantil o la malnutrición.

Personalmente, hace un año aproximadamente, era realmente escéptico con ayudar a organizaciones benéficas por un motivo: una desconfianza absoluta hacía el mundo de la ayuda. Sin embargo, en mi afán de aprender, descubrí a un personaje que cambió mis paradigmas mentales de una sola barrida: Pablo Melchor. De su mano revelé dos verdades:

Hay un tipo de ayuda que tiene un alto impacto a un coste muy bajo.

-Hay gente que dedica su vida a averiguar cómo diablos se debe hacer la asignación de capital para que sea lo más eficiente posible.

Estas dos verdades me llevaron a pensar que no hay escusas para ayudar a los que más lo necesitan, pues estamos hablando de salvar vidas a un coste irrisorio. Es una obligación moral. Y esta reflexión me llevó al siguiente punto: ¿Cómo una persona de clase media (con unos ingresos que pueden oscilar desde los 1000 hasta los 4000 euros) puede contribuir con su granito de arena para hacer del mundo algo más humano? A esta cuestión (le he dedicado horas), y he llegado a la conclusión, que dedicar entre el 1 o 2% de los ingresos a donar es lo más justo. Ese porcentaje nos otorga dos beneficios: empezar de una manera sencilla y no sentir un dolor extremo cada vez que veamos la cuenta del banco a final de mes. De este modo, una persona que gana 2000 euros destinaría 20 euros mensuales de sus ingresos a salvar vidas. Honestamente, si estas palabras que brotan del corazón te han llegado, te animo a escuchar a Pablo Melchor o investigar más en su página web: ayudaefectiva.org… (su late motiv: ayudar desde la razón).

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